Cuando, serena niña, 
adormeces en mis
brazos,
soy el padre que te
acaricia el rostro 
y escribe la pequeña
oración
que encontrarás por la
mañana,
en la palma de tu mano
derecha.
Cuando, hombre
angustiado
por las noches de estos
tiempos,
murmuro silenciosamente
miríada de dudas y miedos
sin fin, 
eres la amiga que llora
y ríe conmigo
y me abrazas el alma
y te haces la mujer que
tengo y me tiene,
soledad y presencia
derramándose
en pétalos y vientos y
cristales, 
novia eterna de un
eterno rebelde,
amada y redescubierta, 
siempre y siempre.
(para
Jussára)
27.05.2019 - 03:57h
 
 
